Ahora que llegan las Navidades y Papá Noel está cargando su trineo para despegar con sus renos la noche del 24 de diciembre, tal vez nos haga ilusión hacer una pequeña visita al Polo Norte. Viajar hasta este extremo nos da la sensación de estar en la cima del mundo. O tal vez prefiramos dar un paseo por la Antártida en el extremo opuesto. Podemos llegar en esquís, en trineos arrastrados por perros, en helicóptero o en barco. Sea cual sea la elección, ambos destinos nos maravillarán, pero veamos las diferencias.
Si ya tenemos la elección tomada entre el Ártico y la Antártida, un consejo: no nos perdamos uno de los espectáculos naturales más impresionantes del mundo: las auroras boreales. Las Northern lights o luces del norte son perfectamente observables desde los polos de la Tierra. ¿A qué debe este fenómeno? Simplemente se produce cuando un conjunto de masa solar, en forma de polvo, choca con los polos y produce una luz difusa, que aparece ante nuestros ojos como si fueran brillos celestes, especialmente a la hora del amanecer o en la puesta de sol. Tengamos en cuenta que hay más posibilidad de verlas entre los meses de septiembre a abril porque es cuando hay menos luz, y este fenómeno solo es visible en la oscuridad y sin contaminación lumínica.
Un panorama desconcertante, distinto, aventurero nos espera. Hielo y glaciares, iglús y esquimales, pingüinos y morsas, auroras boreales… ¿algo más emocionante que eso? Si ya lo tienes claro, ¡no te olvides meter en tu maleta un gorro y un par de guantes!
Fuente: www.bestrussiantour.com
Foto: Riomanso